Tiene razón el periodista de El Mundo Carlos Segovia cuando dice que “el Gobierno recupera a Soria para el Banco Mundial”. Una afirmación mucho más sanota que la del resto de la prensa desafecta: Rajoy nombra a Soria, el de los papeles de Panamá, para ejecutivo del Banco Mundial. Hasta Bloomberg se ha escandalizado, qué desafuero, qué sinrazón.
Pues sí. El Banco Mundial se dispone, a propuesta de España, a hacer el fichaje más importante de su historia: José Manuel Soria López. La intención del ministro de Economía, Luis de Guindos, se conocía desde hace meses, y así lo divulgó La Sexta el 7 de junio con el consecuente desmentido porque en aquellos momentos electorales no era plan que la noticia se oficializara. Este Gobierno en funciones ha preferido esperar dos minutos a que se consumara la derrota parlamentaria definitiva de Mariano Rajoy en su frustrado proceso de investidura para dar a conocer una propuesta que no podía esconder por más tiempo: el plazo acababa este mismo viernes. Soria será propuesto por el Gobierno de España para ocupar una de las 25 plazas de director ejecutivo del Banco Mundial.
Como es muy posible que ese organismo internacional no haya recibido aún el el currículo actualizado del candidato español, nos permitimos acercárselo sinanimus mortificandi de ningún tipo. Muy al contrario, con el muy noble propósito de que sean aprovechados los amplios conocimientos y las bondades del candidato español para profundizar en los dos objetivos principales del organismo: acabar con la pobreza extrema y promover la prosperidad de los pueblos terráqueos.
A tal fin es bueno que sepan que José Manuel Soria López siempre ha luchado a favor de los desfavorecidos. Siendo alcalde de Las Palmas de Gran Canaria (1995-2003), consiguió sacar de las calles a los indigentes y a los inmigrantes que las ocupaban mediante la utilización sanitaria de las mangueras de agua del servicio municipal de limpieza y de los vuelos de madrugada con destino a Madrid organizados por el Ministerio del Interior. Protegió de los peligros de un derrumbe a los sintecho que pernoctaban en el edificio Woermann demoliéndolo con nocturnidad y autorizando en su lugar una torre de pisos de lujo con una biblioteca pública en sus bajos que tenía que haber sido el orgullo del barrio pero que se frustró por una bobería: la alcaldesa que lo sustituyó, también del PP, permutó la biblioteca por unos chalets a cambio de cederle el espacio a una ONG: la Consejería de Turismo del Gobierno de Canarias. Todo muy justo. Superjusto.
En su afán por promover un reparto equitativo de la riqueza, ideó junto a su hermano Luis, a la sazón consejero de Industria (2003), su compadre en las cuentas opacas en el exterior, una operación consistente en distribuir la riqueza eólica de Canarias entre el mayor número de personas. No tuvo tiempo de culminar su gesta, por lo que solo alcanzó en el reparto el empresario Javier Esquivel y sus socios, otro gran filántropo que, en compensación por aquel detallazo de Soria, le prestó un chalet de lujo durante 21 meses para que no sufriera la injusticia social de tener que pegar un alquiler mientras profesionales y empresas proveedoras del Cabildo de Gran Canaria que Soria presidía (2003-2007) le construían una humilde mansión en el barrio de Tafira Alta. Los expertos en políticas solidarias bautizaron esta operación como caso Chalet.
Para promover la prosperidad entre los pueblos, Soria se fijó en Noruega. Lo hizo a instancias de un empresario de aquel país que le mostró con una generosidad inmensa la belleza de los fiordos, el ceremonial de la pesca del salmón y lo hermoso que se puede ver todo desde el aire. El exministro estaba maravillado y promovió para Lyng tras aquel viaje una autorización especial para una urbanización turística de lujo en el municipio de Mogán, a la sazón gobernado por el popular Paquirrín González, otro portento de la cooperación y el desarrollo, facetas por las que resultó injustamente imputado en el caso Góndola. Los expertos en la materia catalogaron este caso de éxito de José Manuel Soria como caso salmón. Rebuscados como mínimo, oye.
Dónde colocar a Soria
Si no saben dónde colocar a José Manuel Soria en el Banco Mundial, tenemos un par de ideas que quizás puedan orientarles. Un buen destino podría ser la Asociación Mundial del Agua, dedicada a extender la garantía de acceso de este recurso a poblaciones que o no lo tienen o tienen dificultades para llegar a él. El historial de Soria le avala perfectamente para asumir ese reto: en 2003 dejó encaminado a su modo un concurso en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria para que unas membranas de ósmosis inversa que había que instalar en una potabilizadora le fuera adjudicado a la oferta que quedó en noveno lugar. Nadie entendió aquel asunto, bautizado como caso Isolux en honor de esa compañía adjudicataria, pero lo que en realidad pretendía aquel buen alcalde era que sus conciudadanos comprendieran lo que pasa cuando manipulas un concurso y se produce un agujero financiero y hasta una contaminación por boro que arruinó a la ciudad.
En el mismo capítulo de experiencias acuíferas de Soria debemos incluir laadjudicación por 75 millones de euros de una potabilizadora que producía agua por el método de compresión a vapor que jamás pudo ponerse en marcha por sus elevadísimos costes, consecuencia adversa imposible de prever por el señor alcalde pese a la tozudez de sus técnicos desaconsejándoselo. Acabó siendo vendida a un emirato árabe al que no importaba gastarse un pastizal en fuel para producir el líquido elemento. Pero la experiencia fue buena porque permitió que con dinero público español se trasladara a oriente medio un equipamiento que debería ser orgullo nacional y no una puñetera vergüenza.
Tampoco le resultará complicado al Banco Mundial destinar a José Manuel Soria a su departamento de Desarrollo y Cambio Climático. El exministro de Industria, Energía y Turismo ha profundizado durante su desempeño en el Gobierno de España en las prospecciones petrolíferas en franjas marítimas protegidas de Canarias y Baleares, en el fraking en espacios naturales de la Cornisa Cantábrica y en el veto al autoconsumo energético también conocido como “impuesto al sol”. Esa experiencia le tiene que haber servido para convertirse en un defensor a ultranza de las energías renovables como única salida al cambio climático.
Empapelado por Panamá
Soria sabía desde junio que Luis de Guindos lo iba a proponer para este puesto tan rumboso, premiado con 226.000 euros al año libres de impuestos. Por eso su opción tras dimitir por el escándalo de sus cuentas opacas en el exterior fue marcharse en dirección a Estados Unidos para intentar instruirse mediante cursos de liderazgo internacional. Lo intentó primero en Stanford, donde no tuvo éxito su petición, y terminó en Harvard quejándose de la carestía de los pisos de alquiler. Durante su estancia en Boston recibió dos visitas, una de su esposa, María del Carmen Benítez, y la otra de quien fuera su jefe de protocolo en el Ministerio de Industria, Ángel García, quien lo acompañó durante una semana en la búsqueda de alojamiento mientras se hospedaban en el Square Hotel. Ya por esas fechas, junio pasado, comentaba a sus allegados que optaría al puesto de director ejecutivo en el Banco Mundial. Se lo tenía prometido su amigo del alma Luis de Guindos. Pasó las vacaciones de verano en Miami, donde tiene familia política su hermano Luis, y hace unos pocos días se supo que viajó también a Noruega. El sospechoso siempre regresa al escenario del crimen.
Puede que su polémica destitución como ministro, camuflada de dimisión arguyendo un error de política de comunicación, lastre su nombramiento. Muchos medios de comunicación, generalistas y especializados, nacionales y extranjeros, se hacían eco este viernes de l os antecedentes panameños del exministro canario. Todavía debe pasar la votación de los demás países que forman parte del organismo: la tradición manda que nadie se oponga, salvo que el propuesto venga envuelto en el escándalo, como es el caso.
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