La crisis del PSOE, la incapacidad política de Podemos y la práctica desaparición de Izquierda Unida, subsumida en el partido que lidera Pablo Iglesias, nos encamina a un nuevo gobierno del Partido Popular. Parece sorprendente que un partido acosado por gravísimos casos de corrupción, que ha practicado durísimos recortes económicos en servicios públicos básicos, provocando una catástrofe social en forma de paro, exclusión social, desahucios y pobreza infantil, pueda volver a dirigir la política de nuestro país.
La razón de que esto ocurra se debe a diversos factores, pero uno fundamental es la incapacidad de la izquierda para ofrecer una alternativa al modelo político y económico vigente. En un momento en que el bipartidismo y la monarquía estaban desacreditados, inmerso el país en una gravísima crisis económica, la izquierda ha sido incapaz de ofrecer soluciones. Lo que ha ocurrido podemos interpretarlo como una derrota momentánea de las clases populares, que han sabido movilizarse una y otra vez en la calle, pero han sido traicionadas por las organizaciones que teóricamente representan sus intereses.
Las consecuencias pueden ser graves. No sería raro que amplios sectores de la clase obrera, cansados, hastiados y frustrados, abandonasen la movilización, replegándose a los ámbitos familiar, profesional y personal. Es comprensible esta actitud, en gran medida provocada por el desengaño que ha provocado la actitud de Podemos. La responsabilidad de esta formación política es inmensa, porque ha creado una ilusión colectiva de cambio, de transformación, y en realidad se ha limitado a unas formulaciones ideológicas ambiguas, intentando contentar a la Iglesia, al Ejército y a los empresarios. El ciudadanismo de Podemos ha contribuido decisivamente a desarmar ideológicamente a las clases populares, con su insistencia en la transversalidad, la desmovilización y sus ataques dirigidos a la casta.
En esta hora difícil para nuestro país, la Federación Republicanos considera que abandonar la lucha política es un error letal. Eso es lo que quiere la derecha, que nos vayamos a casa y nos resignemos. El camino es otro. Necesitamos reflexionar y analizar lo que ha sucedido en estos últimos años para no caer en los mismos errores.
Es imprescindible coordinar las movilizaciones y las luchas sociales, impidiendo la fragmentación y la dispersión, como ha sucedido con las “mareas”. Es prioritario golpear unidos y, sobre todo, con un objetivo político. ¿Cuál es ese objetivo? La ruptura republicana. La ruptura con un régimen monárquico que es la expresión de los intereses de la oligarquía financiera y de las grandes empresas multinacionales instaladas en nuestro país. Mientras no se produzca esta ruptura, será imposible poner solución a los gravísimos problemas que tiene España.
Mienten quienes afirman que es posible cambiar la situación mediante reformas o modificando la Constitución. El edificio institucional y jurídico levantado durante los años de la Transición está organizado para mantener los intereses de unos grupos sociales concretos. Cuando se focaliza al enemigo en la “casta”, lo que se hace conscientemente es desviar la atención del verdadero enemigo de clase: la oligarquía financiera, la cúpula eclesiástica y militar, las grandes empresas multinacionales y el imperialismo estadounidense, que, con sus bases militares, hipoteca nuestra independencia y soberanía.
La lucha por la una República Federal es el objetivo que puede y debe unir a las clases populares, sacándolas de su postración y cansancio. Para lograr esa ruptura necesitamos ir forjando la unidad popular por la base. En las fábricas, en las asociaciones de vecinos, en las Universidades, en los barrios, es prioritario empezar a construir ese movimiento unitario sin el cual no será posible superar el régimen monárquico. La Federación Republicanos mantiene alta la bandera tricolor, llama a la lucha, a reforzar las organizaciones de clase y a combatir a los que han hecho del engaño político un medio de vida.
El objetivo inmediato es conseguir que la huelga de la enseñanza, convocada para el 26 de octubre, sea un rotundo éxito. La enseñanza pública está sufriendo desde hace años el acoso y derribo por parte del Partido Popular. La LOMCE es la última pieza de una política destinada a reforzar la enseñanza privada concertada y vaciar de contenido humanístico el sistema educativo. El reforzamiento de la asignatura de economía (siempre impartida desde una óptica neoliberal), la progresiva marginación de la Filosofía y la Historia, así como la potenciación de la Religión, están conduciendo a la degradación de la enseñanza, sometida a los dictados de un modelo pedagógico absurdo en el que los contenidos científicos se ven sustituidos por oscuros estándares de aprendizaje y competencias.
Profesores, asociaciones de madres y padres y estudiantes deben unirse masivamente a esta huelga para frenar definitivamente las agresiones que sufre le educación pública. La Federación Republicanos hace un llamamiento a la paralización total de la enseñanza primaria, secundaria y universitaria el día 26 de octubre y a la asistencia masiva a la manifestación que tendrá lugar por la tarde.
Esta huelga debe constituir el inicio de la recuperación de la lucha popular. Y para ello hay que dar un contenido político a la lucha. El modelo educativo del PP forma parte del sistema político y económico que padecemos. Combatir la LOMCE es combatir contra el régimen monárquico.
¿Llegado el caso un pelotón de soldados salvará a la Constitución (y a los españoles)? El Estado Mayor ya ha…