“Creció tu amor, reventando desde dentro los candados al horror, conocimos tu mirada en la mirada del que vio en tus ojos el latir de un corazón…”
Rogelio Botanz – La noche de los lapices
Por Francisco González Tejera
Cuando un pueblo queda acongojado por el terror ese viento triste de memoria jamás repara tanto dolor, se queda atragantado en el corazón de la buena gente para siempre, solo una leve brisa de justicia es capaz de normalizar sus latidos, la respiración desesperada de quienes sufrieron en el seno de sus familias los brutales crímenes fascistas.
La madrugada del 4 y el 5 de abril de 1937 las “Brigadas de amanecer” se llevaron a 27 hombres del Valle de Agaete en el norte de la isla de Gran Canaria, meses antes los falangistas del municipio norteño junto al alcalde, Valentín Armas, el cura Manuel Alonso Luján, varios terratenientes y sus mujeres elaboraron las listas negras de quienes iban a ser asesinados y desaparecidos para siempre.
A partir de las 12:00 de la noche fueron casa por casa desde la “Vecindad de enfrente” en San Pedro donde secuestraron a 22 hombres, hasta el mismo pueblo de Agaete donde se llevaron a cinco, ninguno había estado antes detenido, no tenían motivos para acusarlos de haber cometido ningún delito, eran obreros que antes del golpe de estado reivindicaron un trabajo digno en las tierras de los poderosos, cuyo único pecado fue afiliarse al Sindicato de Oficios Varios, al Frente Popular, el haber defendido sus derechos ante los abusos de una oligarquía explotadora, esclavista y criminal.
Eran Antonio Álamo Godoy, José Álamo Sosa, Antonio Dámaso Álamo, Gregorio Dámaso Álamo, Juan Dámaso Ojeda, José Diepa Jiménez, Lorenzo Diepa Jiménez, César Expósito Rosario, José García García, José García Godoy, Juan García Godoy, Justo García Sosa, Santiago Godoy García, Juan Medina García, Juan Medina Perdomo, Pedro Méndez Saavedra, Pedro Rodríguez González, Domingo Rosario Martín, Antonio Sosa Jiménez, Andrés Sosa Vega, Juan Sosa Vega, José Sosa Martín, Juan Suárez Hernández, Antonio Valencia Expósito, Gregorio Valencia Medina, Juan Vega García, Faustino Vega del Rosario, Pedro Vega del Rosario, Antonio Vega del Rosario, Juan Viera Bolaños, José Viera González, Antonio Sosa Expósito y Juan Vega Jiménez.
Nombres y apellidos de hombres asesinados, desaparecidos por el fascismo español, simplemente por defender la libertad, la comida de sus hijos, la democracia, la dignidad de su gente en unos años de hambre y miseria.
Esa misma noche negra fueron torturados salvajemente por falangistas y policías de Las Palmas, Arucas y Agaete, los vecinos oyeron los gritos y lamentos en la propia comisaría del pueblo, luego se los llevaron al centro de detención de la calle Luis Antúnez en la capital, donde continuaron las torturas hasta que salió el sol.
Sus esposas se dirigieron esa misma mañana a ese recinto del terror y los policías les dijeron que ya los habían puesto en libertad. Muy contentas, alborozadas, pensaron que sus maridos ya habían vuelto a casa, pero poco les duró la alegría, jamás volvieron a verlos.
Los buscaron por toda la isla vestidas de luto, recorrieron cada rincón del territorio insular buscando a sus seres queridos, cada paraje, cada barranco, cada montaña, cada bosque, cada pinar, pero un silencio sepulcral inundó sus corazones.
El Valle de Agaete, se convirtió de repente en el “Valle de las viudas”, un espacio para el miedo y la pena infinita, el barranco de las ausencias, de las lágrimas, donde parecía que en cada pequeño espacio de cultivo podían aparecer los desaparecidos, esos rostros conocidos de hombres nobles, sonrientes como si ese genocidio jamás se hubiera producido.
Aquel triste destino de los 27 mártires de Agaete seguramente acabó en la Sima de Jinámar, en los pozos de Arucas y Tenoya, en la ventosa Marfea, en cualquiera de los cientos de lugares de exterminio de estas islas desafortunadas, arrasadas por criminales de lesa humanidad, los que planificaron hasta el último detalle el holocausto que acabó con las vidas de lo mejor del pueblo canario.
Por eso la noche mágica de este sábado 29 de abril en Agaete en la presentación de mi nuevo libro “Semilla de memoria, 122 relatos sobre el genocidio franquista en Canarias”, floreció en una sala abarrotada ese sentimiento universal, el que reclama verdad, memoria, justicia y reparación.
No puedo definir lo que sentí en este acto organizado por Inés Miranda, la teniente de alcalde de este ayuntamiento junto al Cabildo de Gran Canaria, solo que todo ese dolor floreció, que era necesario ese acto, que toda esa gente buena sacara de dentro lo que sentían, se creara esa catarsis para que todo vuelva al principio, cuando todavía existía esperanza en que la vida fuera mejor y cada utópico sueño fuera insurgente.
http://viajandoentrelatormenta.blogspot.com.es
Imagen: Las hijas del desparecido de Agaete César Expósito exigiendo justicia y reparación
http://kaosenlared.net/
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