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«El que fue un periódico progresista importante a comienzos de la democracia, ha pasado a ser un medio más de desinformación masiva con una deriva reaccionaria».
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«El País desde hace mucho tiempo apoya sin fisuras lo establecido, aunque sea esta democracia de baja calidad, y arremete contra todo lo que intente mejorarla».
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«La rabiosa campaña contra Podemos y Pablo Iglesias, y el intento de dividir a sus dirigentes, ha sido una sección fija en sus páginas».
La encuesta de Metroscopia hablaba de cinco temas (estimación de resultados, evaluación de líderes, gestión del gobierno…) y El País pone la lupa en un dato secundario de uno de ellos (coaliciones preferidas) para titular en primera página: “Los votantes socialistas prefieren una alianza con Ciudadanos”. No importa que la coalición preferida por la mayoría del electorado sea la de PSOE y Unidos Podemos con el 31% (PSOE-Ciudadanos solo tendría un 20% de apoyo). Insisten en retorcer los resultados a cuatro columnas en el interior: “Los votantes del PSOE prefieren la alianza con Rivera a la de Iglesias”. Una burda manipulación que refleja la conversión de un medio de información en un sujeto activo en la pelea política en España.
«El País nunca ha dudado en la defensa del régimen del 78, en la apología de la Monarquía, estar alineado con los intereses del sector financiero, apoyar las políticas neoliberales y el artículo 135 de la Constitución»
El que fue un periódico progresista importante a comienzos de la democracia, ha pasado a ser un medio más de desinformación masiva con una deriva reaccionaria. Porque una cosa es informar y otra determinar la política de la gente que no se interesa (o se interesa poco) por la política. Nunca ha tenido dudas en las grandes cuestiones: defensa del régimen del 78, apologista de la Monarquía, alineado con los intereses del sector financiero, apoyo a las políticas neoliberales y el artículo 135 de la Constitución, a la investidura de Rajoy, etc. Y por supuesto, siempre se ha regido por sus propios intereses económicos, aquí o en Venezuela. Ahora van desapareciendo las últimas máscaras, pero el tema viene de lejos y recordar ayuda a entender lo que pasa.
Hace más de veinte años estaba en juego el modelo sindical en España. En UGT se había producido un gran cambio, aprovechando la crisis de PSV, para acabar con Nicolás Redondo y su equipo, que venía combatiendo junto a CCOO las medidas antisociales de los gobiernos de Felipe González. Faltaba intervenir en CCOO, dividida por la mitad, para embridar al movimiento sindical. Junto al Gobierno, estuvo El País entre las fuerzas que participaron en ello. Cuando el resultado era incierto, su apoyo al sector oficial, fue descarado, frente al silencio y las editoriales despiadadas a los críticos. El resultado es conocido y las consecuencias también: de hacerle cuatro huelgas generales a Felipe González, se pasó a firmar una decena de acuerdos con José María Aznar. Sé de lo que hablo. Lo viví con las compañeras y compañeros del Sector Crítico de CCOO Quitar a Camacho de la presidencia del sindicato que había fundado y laminar a los críticos, tuvo el aplauso del El País y el silencio de muchos. Los trabajadores y el sindicalismo de clase todavía siguen pagando aquella derechización y retroceso en democracia.
Dominado ese frente, se trataba de seguir consolidando un sistema bipartidista de alternancia política al estilo de la primera Restauración borbónica del siglo XIX. Pero el modelo se fue a pique con la crisis económica, el movimiento de indignación del 15-M y el agotamiento del régimen. Su incapacidad de profundizar la democracia, de dar soluciones a los problemas sociales y a la cuestión de Cataluña, no ha hecho más que agravar la crisis en medio de una ciénaga de corrupción.
«Apoya sin fisuras lo establecido, aunque sea esta democracia de baja calidad, y arremete contra todo lo que intente mejorarla. Apostó, con Felipe González, por el gobierno de concentración PP-PSOE»
Con perspectiva vemos que El País desde hace mucho tiempo apoya sin fisuras lo establecido, aunque sea esta democracia de baja calidad, y arremete contra todo lo que intente mejorarla. Fueron tremendos los ataques a Izquierda Unida y a Julio Anguita. Apostó, en línea con Felipe González, por el gobierno de concentración PP-PSOE. Luego apoyaron a Ciudadanos, en esa cuidada operación de las élites para recuperar los votos perdidos por el PP por los recortes y la corrupción, y que permitieran seguir gobernando a Rajoy con las mismas políticas. La rabiosa campaña contra Podemos y Pablo Iglesias, y el intento de dividir a sus dirigentes, ha sido una sección fija en sus páginas.
La penúltima etapa fue el acoso y derribo de Pedro Sánchez cuando estuvo en peligro la investidura de Rajoy y existía la posibilidad de que el PSOE alcanzase acuerdos con Unidos Podemos. Numerosos editoriales, como aquel que calificaba de “insensato sin escrúpulos” al secretario general, fueron munición para defenestrarle. La victoria de Sánchez contra todo pronóstico en las primarias, es la derrota de Susana Díaz, Felipe González, Rubalcaba, pero también de El País.
Pero vuelve a la carga intentando influir de forma descarada, utilizando para ello las encuestas. Al poco de ganar Sánchez se descolgó con el siguiente titular: “El PSOE se atasca tras las primeras decisiones de Pedro Sánchez”, achacando a su acercamiento a Podemos y al cambio de posición sobre el CETA un supuesto frenazo en su tendencia al alza. El mensaje era que retrocedería electoralmente si se alejaba del centro.
«El País tiene poco margen para volver al acoso contra Pedro Sánchez, pero no hay que descartarlo en el futuro si intenta ser autónomo respecto a los poderes económicos y mediáticos, y busca una alianza con Unidos Podemos»
Cuando se constata en diferentes encuestas que el PSOE mejora su intención de voto, El País sigue intentando marcarle la hoja de ruta. Lo último, la maniobra que se citaba al principio. Como el bipartidismo hace necesarias las alianzas para gobernar y la gran coalición PP-PSOE no tiene adeptos, su apuesta es el “gran centro”, el que funciona entre Díaz y Ciudadanos en Andalucía. Se trata de que el PSOE no tenga la menor tentación de girar a la izquierda, a la pura socialdemocracia, y de pactar con Unidos Podemos para formar un gobierno decente, de cambio y progreso. Tras las primarias ganadas por Sánchez, El País tiene poco margen para volver al acoso contra él, pero no hay que descartarlo en el futuro si intenta ser autónomo respecto a los poderes económicos y mediáticos.
La mala gestión y la pérdida de credibilidad han provocado una situación de crisis en el grupo y desafecciones de profesionales y lectores del periódico. Prisa ha registrado pérdidas de 67,9 millones en 2016 y su deuda bancaria total es de 1.486 millones de euros. Según la OJD, en septiembre de 2016 había perdido el 34% de sus suscriptores y el 20% de difusión en un solo año. Sí, muchos nos hemos desenganchado de él después de décadas de consumo. Aunque no ha sido fácil. De alguna manera pasa lo mismo que con el tabaco, que genera dependencia a pesar de su evidente toxicidad.
Es una pena que un periódico que ha sido brillante y que aún cuenta con buenos profesionales, lo arruine el giro a la derecha realizado por su dirección a su línea editorial, y sus intrigas en favor del establishment. Pero el problema de fondo va más allá: la inexistencia de una prensa independiente al servicio del derecho a la información. Hoy este derecho se garantiza más en algunos medios alternativos digitales que por los grandes grupos mediáticos de antaño, convertidos en tigres de papel. Al igual que se puede decir que Ciudadanos ha venido a la escena política para impedir el cambio, El País lleva mucho tiempo tratando de evitarlo.
Agustín Moreno
https://www.cuartopoder.es/ideas/2017/08/03/las-maniobras-pais-cambio-politico/
¿Llegado el caso un pelotón de soldados salvará a la Constitución (y a los españoles)? El Estado Mayor ya ha…