‘¡Arriba las manos, esto es un atraco!’: España gastará 30.000 millones de euros en armamento

María Dolores de Cospedal, ministra de Defensa, ha irrumpido con su banda en la capital de nuestra decrépita España al grito de ‘Españoles, ¡Arriba las manos [y los brazos]!’, y ha sorprendido a la mayoría con la bandera todavía en las manos. La ministra, cubierta con su acostumbrado pasamontañas azul, con la recortada apuntando al personal y con gran agitación, ha vociferado: “nuevo ciclo inversor”. Los españoles, con un pasmo ejemplar o inaudito, según se mire, comenzaron a depositar sus carteras en Hacienda para llenar las sacas con los 30.000 millones de euros que los bandidos necesitan para comprar más armas.

‘Todo va a salir bien’, intentó explicar Cospedal para tranquilizar a la ciudadanía, aunque realmente lo que quería decir era que estaban perpetrando ‘el mismo disparate de hace 25 años’, pues hasta nos va a costar lo mismo que el acontecido en los noventa (las mencionadas tres decenas de miles de millones de euros). Aquel atraco acabó con la confesión en 2010 de Constantino Méndez (PSOE), secretario de Estado de Defensa: “Hemos comprado armas que no necesitamos, para escenarios que no se van a producir y que no podíamos pagar ni antes ni ahora”.

Después de esta lapidaria revelación, prorrumpida en los banquillos del Congreso de los Diputados, no solo no se persiguió a los responsables, sino que los atracados, nosotros, decidieron incomprensiblemente comprar munición a los asaltantes: votaron al PSOE y al PP. Y es que no aprendemos ni a crisis, oiga.

Lo peor, con todo, ya no es que nos esquilmasen aquella ingente cantidad de dinero y llevados por un inexplicable síndrome acudiéramos a que nos volvieran a saquear, sino que el botín de los años noventa, los primeros 30.000 millones de euros, terminaron enalmacenes, sobrecostes o devuelto: el submarino que no flota, el avión con graves carencias de los que hemos devuelto la mitad de unidades, los carros de combate almacenados por falta de combustible (y que no se  pueden aerotransportar por los anteriores aviones defectuosos), los helicópteros en hangares sin personal, los Eurofighter sin usar por falta de presupuesto…

Por si el destino del botín del latrocinio de los años noventa no fuera suficiente para tomar las medidas necesarias que evitasen volver a ser asaltados, resulta que el Ministerio de Defensa se encuentra a día de hoy en números rojos, es decir, en quiebra. Ello se debe a que todavía se adeudan más de 20.000 millones del primer ciclo, cifra que se disparará a más de 50.000 millones con este nuevo dislate, salvo que el presupuesto de Defensa se aumente para compensar tanto dispendio (apuesten por ello).

El caso es que si alguien saca cuentas del montante de ambos pillajes –los dos ciclos inversores– sabrá que las sacas de dinero extraídas a todos los ciudadanos suponen más de 60.000 millones de euros. Esto es, nos hemos gastado o nos gastaremos más de tres casos Bankia, más de un rescate bancario o más de seis recortes en Sanidad y Educación en ‘juguetitos’ de guerra que no necesitamos para escenarios que no se van a producir.

Silencio, medias verdades y estupideces varias

No hace falta ser muy sagaz para concluir que al menos podríamos haber debatido un poco el negocio con un ‘qué vamos a comprar’, un ‘para qué’ y, ya siendo muy brasas, un ‘dónde lo vamos a usar y eso’. Informar, informarse, periodismo, Michael Herr. Pero nada.

Obviamente, si eso no sucede es porque mientras nos desvalijan, los ‘polis’ de nuestra ‘democracia’, los periodistas, se encuentran zampando donuts en la cafetería. Ferreras haciendo la pelota a Bono, ‘Más Vale Tarde’ explicando aquello del sushi de pollo, Ana Rosa Quintana comiendo con el Pequeño Nicolás y leyendo el libro que un ‘negro’ le escribió, unos y otros con Venezuela, Mauricio Casals y Marhuenda con sus presiones y el amigo Cebrián en la santa cruzada contra los robots rusos y la desinformación. Parafraseando a la ya fallecida Rita Barberá: ‘Qué país, qué país’.

Si a estas alturas el escenario es tétrico, al analizar la información publicada sobre este importante y estratégico gasto la situación empeora considerablemente. El amiguete –de Defensa– Esteban Villarejo nos relata [en ABC] los siete grandes programas de estos 30.000 millones de euros: Fragatas F-110, blindados 8×8 Piranha 5, helicópteros NH-90, un nuevo sistema de Mando y Control para el Ejército de Tierra, aviones de reabastecimiento en vuelo MRTT, aviones de entrenamiento para sustituir a los C-101, adaptación de los Chinook y el esperpento del submarino que no flotaba ni se propulsaba.

Lo que nos narra Esteban Villarejo sería cojonudo, hasta tragaríamos con ello por la ausencia de cifras en la mayoría de los casos, si no fuera porque otro amiguete de las filtraciones de Defensa –Miguel González, El País– informó sobre esos mismos programas en 2014, tasándolos en 10.000 millones de euros (incluyendo drones por 300 millones de euros en lugar del nuevo sistema de Mando y Control, los aviones de entrenamiento para sustituir a los C-101 y la adaptación de los Chinook).

Así pues, cabe preguntarse, entendiendo que no queda justificada la diferencia de 10.000 a 30.000 millones de euros en esas variaciones (espero, porque entonces hablaríamos de un panorama todavía más siniestro), por qué se ha triplicado el importe de este armamento en solo tres años: ¿Nos mintieron en 2014 ocultándonos 20.000 millones de euros del mantenimiento de estos programas o nos engañan ahora triplicando las cifras reales de compra? ¿Cuestan 20.000 millones de euros el nuevo sistema de Mando y Control, los aviones de entrenamiento para sustituir a los C-101 y la adaptación de los helicópteros Chinook? ¿Nos ocultan compra de armamento?

Lo dicho: ¡Arriba las manos [y los brazos], esto es un atraco!