Durante el franquismo, muchas mujeres sufrieron represión solo por el hecho de ser mujeres. Entre las torturas a las que fueron sometidas, están la violación, los abortos forzados, las descargas eléctricas en zonas genitales, las purgas con aceite de ricino y el robo de bebés.
Ahora, por primera vez se presenta una querella por aquellos crímenes de género cometidos por los falangistas.
La organización Women’s Link ha pedido a la jueza argentina María Servini de Cubría, que instruye el único proceso abierto en la actualidad contra los crímenes franquistas, que investigue también los crímenes cometidos contra las mujeres.
La querella presentada incluye los testimonios de seis mujeres. Cinco de ellas fueron asesinadas después de sufrir las vejaciones. La sexta, es la abogada feminista Lidia Falcón, superviviente del horror franquista que fue detenida siete veces entre los años 1960 y 1974.
Durante el franquismo, las mujeres que participaban en actividades políticas, eran parte de partidos o habían combatido en el bando republicano, fueron duramente reprimidas al igual que los hombres. Pero sus castigos fueron diferentes porque además llevaban implícito un componente de género que los hombres no sufrían.
Estas mujeres habían cuestionado el papel que los falangistas habían reservado para ellas: el de buena esposa, sumisa, ama de casa dedicada exclusivamente a cuidar del hogar y de los hijos.
Sus castigos debían servir de ejemplo para el resto de las mujeres que quisieran salirse de la línea marcada por la dictadura. Además, muchas sufrieron el llamado «delito consorte». Es decir, eran hijas, esposas, compañeras o hermanas de hombres republicanos.
Una vez que eran detenidas, se les rapaba el pelo y eran sometidas a abusos como violaciones, golpes en el bajo vientre a las mujeres embarazadas y todo tipo de insultos sexistas. A algunas, les quitaban los bebés y los daban en adopción a familias falangistas para «eliminar la semilla marxista». Otras acabaron siendo fusiladas y sus cuerpos siguen en las fosas comunes que el Gobierno no quiere investigar.
Este es el caso de las seis mujeres de la querella presentada en el Juzgado de Buenos Aires.
Margalida Jaume Vendrel, una relojera de Mallorca, vio como en 1936 los falangistas se llevaban a su marido. En unos días ella también fue arrestada. Fue violada por uno de los falangistas del cuartel, torturada y finalmente ejecutada. Estaba embarazada de 7 meses.
Las hermanas Daria y Mercedes Buzadé Adroher se unieron en Mallorca a una expedición republicana como personal sanitario. Fueron detenidas por los falangistas que quisieron «comprobar» su virginidad.
En el cuartel fueron brutalmente violadas. Después las obligaron a tomar aceite de ricino, que provocaba diarreas constantes, y fueron «paseadas» por las calles por su captores.
Pilar Sánchez Lladrés militaba en el Partido Socialista cuando en 1936 las tropas falangistas detuvieron a su marido y sus 4 hijos. Ella logró esconderse pero días después fue arrestada cuando salió del escondite. 4 hombres abusaron de ella repetidamente y le propinaron numerosas palizas hasta finalmente matarla y arrojarla a la fosa común del cementerio de Sencelles.
Matilde Lanza Vaz militó en el Partido Comunista y fue parte activa del mismo desde la proclamación de la Segunda República. En 1939 fue detenida y juzgada en un consejo de guerra. Las autoridades iniciaron una labor de adoctrinamiento para convertirla al catolicismo. En 1941 la aíslan y obligan a bautizarse. Antes del bautizo, la joven se arroja desde lo alto de la prisión prefiriendo el suicidio. Aún así, tras 45 minutos de agonía, y todavía inconsciente, las autoridades carcelarias la consiguen bautizar.
La sexta mujer de la querella, Lidia Falcón O’Neil, fue detenida y procesada en varias ocasiones por la publicación de artículos de opinión. Sufrió torturas claramente dirigidas a su condición de mujer, que consistieron en golpes en el estómago y en el hígado al grito de «ahora ya no parirás más, puta bruja».
Estos seis casos son solo una pequeña muestra de los miles de casos de violencia contra la mujer que se produjeron durante la época franquista.
Miles de casos que aún no han sido investigados.
Miles de cuerpos enterrados en fosas comunes que aún no han sido abiertas.
Toneladas de tierra que aún pesan sobre las víctimas y asfixian el avance sano de toda la sociedad.
¿Llegado el caso un pelotón de soldados salvará a la Constitución (y a los españoles)? El Estado Mayor ya ha…