Juan Miguel Baquero
El expolio de Franco nació en la guerra y no murió en la cama. La fortuna acumulada durante décadas por el militar golpista podría ser de 120 millones, aunque otros cálculos ascienden a 600 millones de euros entre propiedades inmobiliarias y un entramado societario, según relatan algunos investigadores como Mariano Sánchez Soler, autor del libro Los Franco S.A. En cualquier caso es millonaria y esa herencia sigue en manos de sus descendientes. Los nietos del dictador, ofendidos con la exhumación de su abuelo contra la que anuncian varias acciones legales, disfrutan un extenso e intacto patrimonio gracias a la amnistía de la democracia, que nunca ha metido mano a la riqueza acopiada por el ‘holding’ empresarial de El Pardo.
En pleno debate por la tumba de Franco y el futuro del Valle de los Caídos, el viaje de Pedro Sánchez a Latinoamérica incide en la llaga. En Chile, como antítesis del caso español, la justicia acaba de ordenar que se decomise parte de la fortuna de los Pinochet, 1,6 millones de dólares de bienes acumulados en 17 años de dictadura. Y también está condenando a torturadores del régimen e indemnizando a víctimas del régimen pinochetista.
A la familia Franco la democracia «no les ha tratado mal e incluso ha sido generosa con ellos», en palabras del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero. «Lo podrían considerar una sola vez porque ha sido así», sostiene en referencia al anuncio de demandas legales por la exhumación de su abuelo. Por el contrario, los Franco amenazan por burofax al Gobierno con medidas que son inviables según la opinión de expertos consultados por eldiario.es.
«Resulta imposible conseguir un inventario total del clan de El Pardo, ese triángulo compuesto por los Franco, los Polo y los Martínez-Bordiú», explica el periodista y escritor Mariano Sánchez Soler . La fortuna es «incalculable», dice. Porque el dictador «se consideraba el Estado, España, necesitaba dinero y se apropió de él», cuenta el historiador Ángel Viñas, que desmonta el mito franquista en obras comoLa otra cara del caudillo.
El dictador austero, corrupto y corruptor
Franco era un personaje austero, según la memoria del franquismo. Un soldado sobrio y calculador o un «estadista» ejemplar, refiere cualquier biografía elogiosa. Pero el manto rígido confeccionado durante la dictadura tapaba que el golpista que entró en la guerra civil con las cuentas vacías siendo un militar de ejército acabó muriendo como un jefe de Estado con las manos y las cuentas llenas.
Franco cobraba 2.493 pesetas como militar durante la República. Al ganar la guerra, el sueldo va creciendo desde 50.000 hasta 154.700 pesetas como jefe de Estado. Recibía también una gratificación mensual de 10.000 pesetas de Telefónica. En plena guerra civil filtró donaciones «a la causa nacional» y revendió 600 toneladas de café donado por Brasil a España en 1939. En 1940 tenía una fortuna cercana a los 400 millones de euros.
El patrimonio se enriquece con regalos y donaciones, además de adjudicaciones de inmuebles en todo el país. La herencia multimillonaria, después de la única hija del dictador, Carmen Franco, contiene fincas, palacetes, pisos y aparcamientos, además de diversas sociedades empresariales. Hasta alcanzar unos 600 millones de euros en la actualidad, según los cálculos de Sánchez. La familia siempre ha calificado estos números como «cifras de ciencia ficción».
Las fincas del dictador
La riqueza inmobiliaria de los Franco extiende sus tentáculos por todo el país. La hija del golpista aparecía con más de 20 anotaciones en el Registro de la Propiedad, según diversas investigaciones. Desde parcelas rústicas y explotaciones agrícolas a palacetes, solares, aparcamientos, trasteros, casas y apartamentos turísticos.
El Pazo de Meirás es la punta de iceberg del expolio franquista. Franco recibió el traspaso en diciembre de 1938 bajo un sistema de «donaciones» forzosas. La finca perteneció a la escritora Emilia Pardo Bazán y está en el pueblo coruñés de Sada. Los Franco siguen teniendo otro valioso espacio en el centro de A Coruña: el Palacio de Cornide.
El centro neurálgico del clan está en el edificio de la calle Hermanos Bécquer, en el barrio de Salamanca. Allí murió Carmen Franco. La sede de la Fundación Nacional Francisco Franco en la avenida de Concha Espina también les pertenece. En la capital tienen un chalet en La Moraleja y varias propiedades en la urbanización La Florida.
El gran pelotazo urbanístico de los Franco tiene nombre: Valdefuentes. Eran 9,8 millones de metros cuadrados en Arroyomolinos (Madrid) dedicados a la agricultura y ganadería heredados de su abuelo dictador que les han salido muy rentables. Un tercio quedó recalificado como urbanizable en el año 2003. La operación permitió construir casi 3.000 viviendas, varios polígonos industriales y un macrocentro comercial.
La herencia del dictador suma, además de su casa natal en Ferrol, una villa en Miami y plantaciones en Filipinas, como rastrearon algunas informaciones periodísticas y la investigación de Sánchez Soler. O una finca gallega en Oleiro, La Piniella en Llanera (Asturias), otras tres y un chalet en Guadalajara, y diversas plazas en la Costa del Sol.
Patrimonio franquista en venta
El clan franquista ha decidido obtener liquidez de las propiedades heredadas opacamente -porque nunca se ha investigado el patrimonio del dictador ni cómo lo consiguió proviniendo de una plaza de militar del ejército- deshaciéndose de propiedades significativas. Es el caso del Pazo de Meirás, que está en venta por ocho millones de euros. O La Piniella, primer domicilio de Franco y Carmen Polo, donde creció su única hija, y ahora en el mercado por cinco millones. Y el emblemático edificio de la calle Hermanos Bécquer, donde falleció la única hija de Franco.
Parte del patrimonio ya se puso a la venta antes, por ejemplo, con El Canto del Pico en Torrelodones, que fue vendido en 1988 por 320 millones de pesetas (1,9 millones de euros). José María de Palacio y Aberzuza, conde de las Almenas, había legado esta finca a Franco en 1937, según su testamento, que Sánchez Soler reprodujo en su libro.
Por el camino fueron cayendo otras propiedades como el chalet en Puerta de Hierro (Madrid) que vendió (150 millones de pesetas) a los embajadores de Venezuela una de las nietas del dictador, Carmen Martínez-Bordiú. Ocurrió igual en 1981 con otra villa (200 millones) en Torremolinos (Málaga), con la parcela en la Colonia El Bosque en Pozuelo de Alarcón, la de Cerca de los Monteros en Marbella, apartamentos en la Playa de Campoamor (Alicante), terrenos de olivares en Mancha Real (Jaén) y el palacio de caza de Franco en Castillo de las Navas (Córdoba).
Antes de la muerte de la única hija del dictador a finales de 2017, sus vástagos ya habían desplazado a Carmen Franco de la gestión del patrimonio familiar y son ellos quienes manejan la fortuna familiar pergeñada en la dictadura. La matriarca del clan de El Pardo había sumado a la herencia de su padre el capital de su marido, Cristóbal Martínez-Bordiú, marqués de Villaverde, muerto en 1998.
El ‘holding’ de El Pardo
La fortuna corrupta del dictador está gestionada desde un entramado empresarial nacido en El Pardo y dedicado a negocios inmobiliarios, alquileres turísticos y gestión de aparcamientos como fuentes principales de ingresos. O explotaciones agrícolas y servicios financieros y de publicidad.
El ‘holding’ está engrasado desde la inmobiliaria Fiolasa y la compañía Sargo Consulting. Una de las actividades económicas tradicionales es la gestión de garajes, acumulados durante años, a través de Aparcamientos Atocha, Proazca, Comerzia y Estacionamientos Urme. Y en los últimos años ha crecido otro filón: los alquileres de pisos turísticos.
Otras firmas usadas por los Franco son Promociones del Suroeste, Caspe, Montecopel o Cauce. Las sociedades vinculadas a los siete nietos del dictador –Francisco, Carmen, María de la O, María del Mar, José Cristóbal, María Aranzazu y Jaime Felipe– suman un patrimonio de unos 50 millones de euros, según el Registro Mercantil, como publica Voz Pópuli. El nieto que cambió el orden de sus apellidos para mantener la estirpe, Francisco Franco Martínez-Bordiú, apareció siempre como el cabecilla en los negocios familiares y ahora es su portavoz, además de vicepresidente de la Fundación Franco.
Otras ventajas de ser un Franco
Duquesa de Franco, marquesa consorte de Villaverde y grande de España. Los títulos nobiliarios que tenía la hija del dictador han pasado a sus nietos. El ministro Rafael Catalá (PP) otorgó el ducado a la nieta del dictador, Carmen Martínez-Bordiú, el mismo día de la moción de censura contra Mariano Rajoy. Sigue vigente el homenaje que firmó el rey emérito Juan Carlos y que Felipe VI perpetúa. La transmisión se ha hecho sin que la nieta del dictador tenga que pagar impuestos, ya que así lo estableció el rey emérito en un decreto.
La viuda de Franco, Carmen Polo, cobró hasta su muerte una suculenta jubilación por los «derechos pasivos» profesionales de su marido. «No eran una minucia: 179.999 pesetas de pensión; 478.969 pesetas al amparo de una ley especial, la 8/76; 75.930 pesetas por ser viuda de capitán general; 66.640 por los derechos de una cruz de San Fernando; dos pagas de 26.656 pesetas por otras tantas medallas militares, y 40.110 por un concepto de escalafón», publicaba El País en un reportaje del año 1992. Todos los conceptos sumaban 894.960 pesetas mensuales en el año 1985, con un total líquido en 14 mensualidades de 12.529.440 pesetas, superando en 4.265.964 pesetas el sueldo de expresidentes del Gobierno como Adolfo Suárez o Felipe González.
Y la hija de ambos, Carmencita, además de su marido, disfrutaron de pasaporte diplomático hasta 1986. Ahora el clan de El Pardo tiene como firme defensora a la Fundación Franco, el lobby que lucha contra la Memoria Histórica. La sociedad franquista es el estandarte de las fundaciones fascistas que permite España, tiene sede en un piso de la familia y a descendientes del dictador como presidentes de honor.
Además de las propiedades y los millones provenientes de la dictadura, en manos de los Franco hay multitud de obras de arte de dudosa procedencia. El caso más paradigmático son las esculturas románicas del Pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago de Compostela. El dictador y su mujer las llevaron a Meirás en 1954. El Ayuntamiento de Santiago reclama en los juzgados las estatuas de los profetas Abraham e Isaac.
Otra prebenda fue la tumba concedida a Franco en Ferrol «por su supuesta condición de hijo ilustrísimo» de la ciudad. El Consistorio quiere recuperar el panteón y hará pagar los recibos pendientes a la familia por la sepultura en el cementerio de Catabois.
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