Atendiendo a su significado, la palabra República viene del latín res publica (cosa oficial, cosa pública), formada por res (cosa, o asunto) y publica (lo público, de todos), que viene de populus (pueblo). Así, entendemos la República como el «asunto del pueblo, de la totalidad de la gente, en cuanto esa “cosa” es de todos o es de interés común»; en contraposición a la res privata (cosa privada, de titularidad individual).
El sabio filósofo griego Aristóteles señalaba que la República era una clase de koinonia politike (sociedad política) que une a los ciudadanos. Politike viene de polis, que en griego quiere decir ciudad y Koinonia, puede traducirse como (cosas comunes). La correcta traducción griega de la palabra res publica sería politeia (buen gobierno en la cosa pública). Donde la civitas (ciudadanía) participa en la res publica, definida por Aristóteles.
Atendiendo a estos significados, los republicanos decimos que la República es esencial para estructurar una verdadera sociedad política, una sociedad de ciudadanos que emana de los principios de Libertad, Igualdad y Fraternidad, contemplados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
República versus Monarquía
Según el republicano Fernando Valera: «No todo hombre que vive en sociedad es ciudadano. El esclavo, el siervo , el vasallo y el súbdito, son seres sociales, pero no ciudadanos. La ciudadanía implica el disfrute de derechos y el ejercicio de los deberes políticos, esto es, la facultad de intervenir en el gobierno de la sociedad política»
De esta forma, el sistema republicano nace como expresión alternativa al de tipo monárquico, donde el poder del Estado se ejerce -totalmente o en parte- por un solo individuo o familia, vinculado en la figura del rey, de manera vitalicia y hereditaria; apoyado desde grupos o familias privilegiadas que conforman la oligarquía.
En la actualidad existen regímenes basados en monarquías parlamentarias o constitucionales, que son un engendro híbrido entre el despotismo y la República democrática constitucional; dos principios absolutos irreconciliables, como son el derecho divino de los reyes y la soberanía nacional.
Según el ilustre republicano Fernando Garrido, «las monarquías constitucionales no son más que la expresión de flaqueza del poder real que se ve obligado, a pesar suyo, a transigir con los derechos del pueblo y de la ignorancia de este, que liberal, más por instinto y sentimiento que por convicción, no tiene conciencia de su derecho y de su fuerza».
Ya añade: «Los reyes no han admitido nunca los derechos populares, ni en España, ni fuera de ella, sino cuando no han podido pasar por otro punto». Aquí nos encontramos con que la monarquía adquiere (en teoría) un papel esencialmente representativo como Jefe de Estado, con privilegios y prebendas. pero el resto de cargos gubernamentales son de elección popular y de temporalidad limitada.
En las sociedades modernas el modelo republicano constitucional se impone a las monarquías constitucionales o parlamentarias, como un sistema de gobierno más democrático, eficaz y participativo, donde la soberanía reside en el pueblo libre que se ve empoderado (poder popular) y participa construyendo su futuro. Por todo ello, para nosotros la República es irrenunciable.
Unión Republicana. 28 de agosto de 2019
¿Llegado el caso un pelotón de soldados salvará a la Constitución (y a los españoles)? El Estado Mayor ya ha…