Jesús Bastante
«El importe es mucho mayor», admite un eclesiástico consultado por eldiario.es «Nunca sabremos qué cantidad de lo que se recoge en todos los cepillos de todos los templos se envía a las diócesis, o se consigna en los libros de cuentas»
A esa cantidad se le suman, también sin control fiscal, los 193 millones por misas de bautismo o defunción, a pesar de que el Papa Francisco se opone a que se cobren
Las diócesis cobran, de media, 40 euros por un bautizo, 150 por un matrimonio o 90 euros por las exequias
335 millones de euros. Esta es la cifra oficial del dinero que la Iglesia española recibe como donativos de parte de los fieles cada año, lo que supone el 36% de la financiación de las diócesis, según la Memoria Anual de Actividades de la Iglesia en España. Una cantidad sin control fiscal alguno -el dato ofrecido es de parte-, a la que hay que sumar otros 193 millones (el 20% de su financiación) en concepto de ‘Otros Ingresos Corrientes’, como por ejemplo pagos de expedientes matrimoniales, de bautismos o misas. Este dinero también está a salvo de impuestos y de investigación tributaria, en virtud de los Acuerdos Iglesia-Estado. Es decir, más de la mitad (el 56%) de los 933 millones de euros que supone el ‘presupuesto’ de la Iglesia española, está fuera del control del fisco.
¿Qué es un donativo? Es toda «aportación directa voluntaria de los fieles a las diócesis», según explican desde la Conferencia Episcopal, que añaden que se trata «del modelo más deseable de autofinanciación de la Iglesia» y «la principal fuente de financiación de las diócesis, más de un tercio de los recursos disponibles». Bastante más, en todo caso, que lo recibido en la polémica casilla de la Renta, y que en 2018 supuso 270 millones de euros.
Colectas, cepillos o herencias sin control
¿Qué se incluye en ese concepto? En primer lugar, las clásicas colectas en las misas, cada domingo o siempre que la Iglesia lo decida, ya sea para financiar unas obras, un proyecto solidario o un regalo para el seminarista que va a ordenarse sacerdote.
También las aportaciones a los cepillos de las parroquias. En este sentido, la Iglesia se está profesionalizando, y el clásico cajón con llave que sólo tenía el párroco está siendo sustituido, en decenas de templos, por ‘cepillos digitales’ promocionados por distintas entidades bancarias y que permiten cierto control del importe real, así como la posibilidad de aportar con tarjeta de crédito.
Legados, herencias y similares también forman parte del concepto ‘donativo’, al que hay que sumar la suscripción periódica (mensual, trimestral, semestral o anual), que permite a los gerentes de las diócesis «administrar el presupuesto de forma más eficaz para ir afrontando los distintos problemas que día a día van surgiendo en las distintas diócesis de nuestro país».
«Una ayudita» para el sacristán o para el cura
Sin embargo, la cifra aportada por la Conferencia Episcopal -335 millones de euros- dista de ser la real. «El importe es mucho mayor», admite un eclesiástico consultado por eldiario.es. «Nunca sabremos qué cantidad de lo que se recoge en todos los cepillos de todos los templos se envía a las diócesis, o se consigna en los libros de cuentas de las parroquias».
Al menos una parte no cuantificable va para «pagar una ayudita» al sacristán o a la señora que abre y cierra la puerta, o a las mujeres que barren y limpian los templos de forma voluntaria. Y, admite, «todos los curas nos quedamos con alguna cantidad para imprevistos: desde el pobre que llega a tu puerta de noche, a la familia que no tiene con qué pagar la luz o qué llevarse a la boca». O para que los párrocos -que cobran de media en España unos 900 euros- «lleguemos a fin de mes».
Pese a que desde la Conferencia Episcopal se está trabajando desde hace años para sistematizar el modelo de recuento de donativos, todas las partes consultadas admiten que es «casi imposible» saber cuánto dinero se queda en el camino. Una cantidad que ni la Iglesia controla, y que se suma a los millones que sí reconoce, pero que tampoco pasan ningún control fiscal.
El Papa: «La misa no se paga»
A los donativos se unen los 193 millones que la Iglesia recibe de los fieles en concepto de pago por expedientes de bautismo, matrimonio, misas exequiales (de difuntos), etc… Una cantidad que sí está controlada por cada diócesis, que publica sus tasas administrativas, pero que cuestionan instituciones como Redes Cristianas y, en algunos casos, hasta el mismísimo Papa Francisco. ¿Se debe pagar por recibir los sacramentos, por casar a unos fieles, darles la primera comunión o bautizarles? ¿Debe costar dinero un funeral católico?
Durante una audiencia, en marzo del año pasado, Bergoglio era sumamente crítico con la costumbre, extendida en todo el mundo, de cobrar por las misas de difuntos, en las que se nombra al fallecido y se pide por su alma. «Nadie debe cobrarte por nombrar a tu familiar», aseguraba Francisco. «Nada. ¿Lo habéis entendido? ¡Nada! La misa no se paga. La misa es el sacrificio de Cristo, que es gratuito. La redención es gratuita. Si quieres hacer una oferta, hazla, pero no se paga. Es importante entender esto».
Sin embargo, la realidad es bien distinta, y varía según la diócesis. Así, la diócesis de Málaga publica en su web las ‘Tasas y estipendios’ de todos los obispados de Andalucía, con cifras concretas, basadas en una normativa de la Congregación para la Doctrina de la Fe de 1991. Así, los estipendios de las ‘misas manuales’ (normales) es de 10 euros, mientras que el de las ‘misas gregorianas’ asciende a 330 euros. Una «cifra indicativa para la aportación de los fieles como signo de su gratitud a Dios y a la Iglesia», apunta el decreto, vigente desde 2012.
Una boda, 150 euros; un bautizo, 40; un funeral, 90
Todos los decretos a los que ha tenido acceso este diario (Andalucía, Madrid, Barcelona, Santander, Zaragoza o las diócesis vascas) prohíben al sacerdote quedarse con más de un estipendio por cada misa, aunque se nombre a varios fieles.
En el de Madrid (que cobra 8 euros por misa, y 300 en el caso de las gregorianas), se deja claro que «la acumulación de intenciones y estipendios en una única celebración de la Eucaristía constituye una excepción, que sólo está permitida si los fieles han sido advertidos y consienten en ello, y está limitada a un máximo de dos veces por semana en cada lugar de culto; en estos casos, el sacerdote sólo puede hacer suyo el estipendio fijado en la diócesis, debiendo entregar la cantidad restante a los fines determinados por las normas diocesanas». Una norma que se hizo para evitar que algunos curas se dedicaran a las misas de difuntos, ganando mucho más dinero que el párroco que se dedica a las misas del día a día, que son gratuitas.
En cuanto a los sacramentos, las tasas medias de las diócesis (sin control alguno por parte de las autoridades públicas) son las siguientes. Los bautismos son 40 euros; los matrimonios, 150 euros; 70 euros por misa en fiestas especiales, 90 euros por las exequias; y los funerales de primer aniversario, 30 euros. Los ‘devocionales’ (misas que se dan antes o durante las fiestas), tienen otro coste. Así, los triduos o quinarios cuestan 35 euros por día, mientras que las procesiones se pagan a 100 euros.
A ello hay que sumar otros costes que, si bien no están regulados como obligatorios, en la práctica sí lo están. Casarse por la Iglesia no sólo cuesta los 150 euros de media por ‘sacramento’. A ello se suele sumar la decoración del templo o el fotógrafo oficial, que tiene un acuerdo con cada parroquia. En muchos casos, especialmente en los templos históricos, los párrocos prohíben a los fieles aportar la decoración de las flores y plantas, o contratar un equipo fotográfico para la ocasión.
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