La política española en caos existencial.
“Roma traditurus non praemiat”, La Moncloa, sí.
Hace tiempo que no escribo sobre la política española más que nada porque a día de hoy, tras varios años de incertidumbre e interinidad en el cargo de presidente del Gobierno español y, en consecuencia, con el país en precario y a la intemperie, el hacerlo es meterse sin protección de ninguna clase en un laberinto sin salida, en un campo de minas ideológico, en un pantano de aguas residuales, en un campo de Agramante donde solo las mujeres parecen salir airosas y acaban de ministras escudadas en el poder in crescendo del colectivo feminista nacional, en un totum revolutum parlamentario donde el malabarista resabiado y peleón que preside en la actualidad el consejo de ministros (y ministras, perdón), un auténtico trilero, un embustero patológico con premio extraordinario, un caradura social y político de primera división… intenta salirse del caos existencial en el que está sumida la clase política española y seguir sine die en su poltrona apoyado “contra natura” por una raquítica mesnada parlamentaria de poco más de cien “Culiparlantes” (CLP,s por sus siglas en español) propios, unos cuantos dirigentes locos de ERC (traidores para la mayoría) y la consabida cohorte política de mercenarios del nacionalismo moderado vasco.
Pero a pesar de los peligros que sin duda encierra el darle al ratón del ordenador y lanzar al espacio radioeléctrico o al variopinto mundo digital de este país alguna información relevante que no esté relacionada con el fútbol, los toros, los famosillos de la tele basura, el colectivo LGTBI, el ex coroneta Juan Carlos I (el Casto) o la madre que parió al rubio Trump… no me ha quedado más remedio que hacerlo porque a raíz de que llegaran a mis asombrados ojos las imágenes del esperpento político monclovita de la tarde del pasado miércoles día 26 de febrero (autodenominado por el gobierno subsidiario de Sánchez “cumbre del reencuentro” o “mesa del diálogo entre los pueblos catalán y español”) y más tarde, a mediodía del sábado 29, las más impactantes todavía de la “Conquista de Perpiñán” por parte del numerosísimo ejército de seguidores y simpatizantes (150.000 efectivos político/sociales) del “héroe de Waterloo”… la bilirrubina, le tensión arterial, la psicológica, el ritmo cardíaco y la mala leche corporal se han apoderado de mi honesta persona y de mi plácida vida de escritor antisistema, por lo que no me ha quedado más remedio (para descargar presión biológica) que contarles lo que sé, que es poco pero muy sabroso, sobre el ahora denominado por consenso partidista “Conflicto político catalán” y que yo definiría más certeramente con arreglo a mis ancestros castrenses como la “Guerra (fría) de Cataluña” o de manera más suave y menos guerrera, “Proceso Democrático Unilateral de Independencia de Cataluña”.
¿Y qué es eso que digo que sé y que le puede interesar a usted amigo lector/a, si es español y no digamos catalán, en relación con la de momento guerra fría incruenta del NE de España? Pues para empezar voy a referirme, ahora que nadie nos oye pues todo el mundo en España y en el resto del globo tiene puesta su mejor oreja en el nivel cotidiano de afectados por el “corona Trump” (coronavirus, perdón, en qué estaría pensando), a algo ciertamente importante que me ha llegado a través de informaciones muy reservadas procedentes de determinados centros de inteligencia muy cercanos al poder: el muy secreto pacto suscrito sin luz ni taquígrafos en las catacumbas de Ferraz y La Moncloa entre el PSOE (lo que queda de él más bien que no es mucho pese a las apariencias), el nuevo Gobierno bipartito insomne de Sánchez (auxiliado por el vicepresidente de Galapagar y sus incondicionales Calvo y Ábalos) y ERC (los tres traidores, el Rufus, el Maño y el Montecristo de Lledoners) para implementar un frente político común, colaborar estrechamente sine die en cuantos momentos y lugares parlamentarios sean necesarios (presupuestos del Estado incluidos) para preservar la legislatura de Sánchez y, a su vez, abandonando totalmente el procés y a sus antiguos socios independentistas del “héroe de Waterloo” eliminar decididamente y sin ninguna reserva moral o política la vía unilateral a través de un autonomismo reciclado y bien regado de millones de euros que pueda ser recibido y aplaudido por la mayoría de la sociedad catalana logrando la eliminación de toda clase de procesos y condenas relacionadas con la antigua DUI y que a día de hoy todavía lastran la libertad y los derechos de algunos dirigentes republicanos al tiempo que, con el total apoyo del Gobierno español y el auxilio local del PSC, acceden a la presidencia de la Generalitat y al control absoluto del Parlament.
Bueno sí, me puede decir algún espabilado y amable lector/a, esta notificación personal suya de la cantada traición política y social de ERC está bien pero no es que sea totalmente inédita pues muchos españoles, y casi todos los catalanes, ya nos la maliciábamos vistas las declaraciones y el accionar de los dos “traidores” libres de la formación republicana catalana durante las últimas semanas y meses (que lástima que sean republicanos) y el pensar y declarar en su celda del preso de Lledoners, Haciendo presidente del Gobierno con su abstención al golferas de Sánchez y adorando después la ridícula, ineficaz y tramposa mesa del diálogo como si fuera el Consejo de Seguridad de la ONU y de ella dependiera la paz y la supervivencia del ancho mundo. Cuando en realidad, y los propios “patriotas” lugartenientes del divino Puigdemont incluida la peleona Ponsati ya lo han advertido, la susodicha reunión Gobierno a Gobierno no será nunca algo más que un consabido “diálogo para besugos”, un inocuo e inoperativo diálogo de sordos o una reunión de vividores de la política con más ambición que inteligencia dispuestos a perder el tiempo meses y meses sin lograr nada a cambio.
Sí, sí, el pacto existe, no son lucubraciones mías ni periodísticas aunque últimamente haya servido como carne de tertulia barata de radio o televisión. Y yo me permito contarlo aquí consciente de que ni soy catalán, ni político, ni independentista, aunque sí un demócrata convencido que ama y piensa en el futuro de este país y al que le gustaría que siguiese unido con todas sus naciones y territorios cooperando voluntariamente en una republicana y deseable Federación/Confederación Ibérica, una organización verdaderamente democrática que tendrá que venir sustituyendo a la obsoleta y renqueante monarquía actual heredera del franquismo y que en estos momentos hace aguas por todas partes además de reprimir las verdaderas ansias políticas y sociales de millones de españoles. Y lo pongo negro sobre blanco, en estas apresuradas líneas por dos razones fundamentales: porque las traiciones vengan de donde vengan y las haga quien las haga me fastidian sobremanera; y porque en esta ocasión del llamado conflicto político catalán, sus despreciables protagonistas intentan tomar el pelo a todos los españoles hablando de un brillante porvenir de diálogo y consenso cuando ellos saben mejor que nadie que entre bambalinas en lo único en que trabajan es en conseguir toda clase de réditos partidistas y personales.
Fdo: Amadeo Martínez Inglés, Coronel, escritor e historiador.
(Artículo escrito y publicado en marzo de 2020 y que mantiene toda su actualidad).
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